PSICÓLOGA RABIETAS INFANTILES EN BARCELONA
Nerea Gómez
Psicóloga General Sanitaria y Psicoterapeuta Col. 30.039
¿Tu hijo tiene episodios de rabietas que te generan preocupación? ¿Te cuesta saber cómo responder cuando explota de rabia o frustración? Como psicóloga especializada en el manejo de rabietas infantiles, te acompañaré para comprender qué ocurre en el mundo emocional de tu hijo y a aprender técnicas efectivas para manejar estas situaciones, favoreciendo un desarrollo emocional sano y evitando que la situación se vuelva crónica o cause tensión familiar.
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Psicólogas especialistas en rabietas infantiles
Contamos con formación y amplia experiencia en el abordaje y tratamiento de los enfados, rabietas o berrinches infantiles que presentan nuestros jóvenes pacientes.
Durante la primera visita trataremos de identificar y entender las causas que producen estas rabietas, y trazaremos un plan terapéutico con unos objetivos concretos que empezaremos a trabajar desde el primer día.
Enseñaremos al niño o niña a desarrollar habilidades de afrontamiento y, juntos, enfrentaremos gradualmente las situaciones que le generan el malestar y la explosión de ira o llanto descontrolados. A través de la terapia será capaz de empezar a mostrar sus emociones sin tener que recurrir al enfado o la desesperación, aprendiendo a comunicarse con los adultos de forma correcta.
- Nerea Gómez - Psicología clínica - Habilitación Sanitaria - Colegiada Número 30039
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¿En qué casos te ayudará la terapia?
La terapia puede ser de gran ayuda en varios contextos donde las rabietas son frecuentes y difíciles de manejar, tanto para el niño como para los padres. Estos son algunos de los casos en los que este apoyo psicológico es particularmente beneficioso:
➤ Rabietas constantes ante límites o normas: Si tu hijo responde de forma intensa cada vez que se le marca un límite o se le niega algo, la terapia le ayudará a entender y aceptar esas frustraciones.
➤ Episodios de descontrol en situaciones públicas: Las rabietas en espacios públicos suelen ser particularmente difíciles de gestionar. En estos casos, trabajaremos juntos para ofrecerle a tu hijo estrategias que le permitan regular su emoción de forma calmada y respetuosa.
➤ Reacciones desproporcionadas o agresivas: Si el niño responde con gritos, golpes o incluso lanzando objetos, el enfoque terapéutico permite a los niños aprender a identificar y gestionar su rabia.
➤ Dificultad para calmarse tras una rabieta: Algunos niños pueden mantenerse irritables o ansiosos durante largos periodos después de una rabieta. La terapia ayuda a disminuir esta intensidad emocional y a recuperar la calma.
➤ Uso frecuente de distracciones como tecnología para calmar: Si tu hijo depende de una pantalla para calmarse, abordaremos métodos alternativos que le permitan desarrollar su autocontrol y su capacidad para gestionar emociones sin depender de un recurso externo.
Durante el proceso, también abordaremos cómo los adultos pueden intervenir para manejar la situación sin recurrir a soluciones de distracción rápida, como una tableta, que ofrecen calma temporal pero no enseñan la habilidad de regularse emocionalmente de forma efectiva.
Beneficios de la terapia infantil
¿Qué beneficios obtendrá el niño o niña gracias a la terapia para las rabietas infantiles?
A través de la terapia para rabietas infantiles, tanto tú como tu hijo podréis disfrutar de una relación más equilibrada y menos tensa. Estos son algunos de los beneficios específicos de la terapia:
Desarrollo de estrategias de autocontrol: Los niños aprenden, en un entorno seguro y guiado, a sentir y expresar su emoción de manera adecuada, evitando reacciones impulsivas.
Mayor seguridad emocional: Al validar sus emociones y enseñarles que son capaces de manejarlas, los niños ganan confianza en sí mismos y en sus habilidades emocionales.
Fortalecimiento del vínculo familiar: Padres e hijos logran entenderse y comunicarse mejor, reduciendo la tensión y el malestar en el hogar.
Mejora en la regulación emocional de los padres: Aprenderás a mantener la calma durante una rabieta, lo que permite al niño sentirse seguro y comprender que es posible calmarse con el ejemplo.
Prevención de problemas de conducta a largo plazo: A medida que los niños desarrollan autocontrol, se vuelven menos propensos a conductas impulsivas o agresivas, fortaleciendo su desarrollo emocional para el futuro.
En mi experiencia profesional, uno de los aspectos más importantes es aprender a validar la emoción del niño sin aceptar conductas inadecuadas. Es decir, le ayudamos a entender que sentir rabia o frustración es normal y saludable, pero que la forma de expresarlo puede ser guiada de una forma respetuosa y segura.
Resultados palpables en pocas sesiones
¿Cuántas sesiones o cuánto tiempo dura el tratamiento para las rabietas?
El tiempo necesario para ver cambios puede variar de acuerdo con la intensidad y la frecuencia de las rabietas, así como la edad y la personalidad de cada niño. De forma general, un proceso de intervención emocional para niños pequeños suele llevar entre 10 y 15 sesiones, con algunas sesiones adicionales de seguimiento para asegurar que el niño continúe mejorando.
La frecuencia de las sesiones suele ser semanal o quincenal, dependiendo de las necesidades específicas de cada caso. A medida que se introducen las técnicas de autocontrol y se refuerzan a lo largo de las sesiones, notarás que los episodios van disminuyendo en intensidad y frecuencia, y tu hijo comenzará a mostrar una mayor capacidad de gestión emocional.
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Como en todas las terapias infantiles que realizamos en el Centro de Psicología Montjuic, tanto en adolescentes como en niños, la duración de las sesiones es de 45 minutos.
Tratar las rabietas infantiles con una psicóloga especializada en Barcelona puede ofrecer una serie de beneficios tanto para el niño como para su entorno familiar. La intervención profesional permite identificar las causas subyacentes de las rabietas, que pueden estar relacionadas con el desarrollo emocional, la expresión de frustración o incluso con dificultades de adaptación social.
Además, una psicóloga proporciona herramientas personalizadas que ayudan al niño a expresar sus emociones de manera más adecuada y controlada, fortaleciendo su inteligencia emocional desde edades tempranas. Esto no solo mejora la convivencia en el hogar, sino que también tiene un impacto positivo en el desarrollo de habilidades sociales, la autoestima y el éxito académico.
A largo plazo, este enfoque preventivo ayuda a reducir problemas de conducta en la adolescencia y en la adultez, fomentando una vida emocional más equilibrada.
La terapia es una herramienta eficaz para reducir los berrinches en niños porque trabaja en el desarrollo de habilidades de autorregulación y expresión emocional. Durante las sesiones, la psicóloga guía al niño para que aprenda a identificar y nombrar sus emociones, lo que le permite entender sus propios sentimientos y encontrar maneras menos impulsivas de expresarlos. Además, la terapia ofrece técnicas específicas, como ejercicios de respiración, juegos de rol o actividades de dibujo, que ayudan a canalizar la frustración.
Al mismo tiempo, se involucra a los padres en el proceso, proporcionándoles herramientas para responder a los berrinches de manera positiva y constructiva, evitando así refuerzos negativos y fortaleciendo el vínculo emocional. Esta colaboración entre el niño y la familia genera un entorno de apoyo que facilita la reducción y eventual eliminación de los episodios de berrinches.
Una psicóloga infantil utiliza una variedad de métodos para manejar las rabietas y fomentar el autocontrol, adaptándose siempre a la edad y características del niño. Entre las técnicas más comunes están la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a cambiar patrones de pensamiento que pueden conducir a conductas problemáticas, y el juego terapéutico, que permite al niño expresar y procesar emociones en un entorno seguro. Además, se utilizan ejercicios de mindfulness o atención plena que fomentan la autorregulación y la conciencia emocional.
Otro método eficaz es la técnica de modelado, en la que el niño observa y aprende comportamientos adecuados a través de ejemplos prácticos. Estas herramientas no solo trabajan en el momento de la rabieta, sino que buscan fomentar la capacidad del niño para gestionar sus emociones de manera autónoma y saludable a lo largo del tiempo.
Tratar las rabietas en edades tempranas es fundamental porque es en esta etapa cuando los niños están formando sus habilidades emocionales y sociales. Sin una intervención adecuada, las rabietas recurrentes pueden evolucionar hacia problemas de comportamiento más serios en la adolescencia, como dificultades para aceptar límites, baja tolerancia a la frustración o incluso problemas de relación con los compañeros.
Abordar las rabietas a tiempo ayuda a los niños a comprender y manejar sus emociones, así como a desarrollar una mejor relación con su entorno. Además, trabajar en el autocontrol y la regulación emocional a una edad temprana establece una base sólida para que el niño se desarrolle como un adulto emocionalmente saludable y equilibrado.
Cada niño es único y, por lo tanto, el tratamiento para las rabietas debe adaptarse a sus necesidades individuales. Factores como la personalidad, el entorno familiar, la historia emocional y el nivel de desarrollo cognitivo influyen en la manera en que un niño experimenta y gestiona las rabietas. La psicóloga infantil realiza una evaluación inicial para identificar estos factores y diseñar un plan de tratamiento personalizado. Por ejemplo, un niño que se frustra fácilmente podría beneficiarse de técnicas de respiración y mindfulness, mientras que otro con dificultades para expresarse verbalmente podría responder mejor al juego terapéutico. Este enfoque adaptativo garantiza que el tratamiento sea eficaz y respetuoso con la personalidad del niño.
En terapia, el niño aprenderá varias técnicas de manejo de la frustración adaptadas a su edad y nivel de comprensión. Entre ellas se encuentran las técnicas de respiración profunda, que ayudan a calmarse en momentos de alta tensión, y el uso de palabras para expresar sus emociones en lugar de actuar impulsivamente.
El tiempo necesario para notar mejoras en el comportamiento de las rabietas varía según cada niño y su situación específica. En general, los padres pueden comenzar a ver cambios positivos en unas pocas semanas si siguen las recomendaciones de la psicóloga y aplican las técnicas enseñadas en casa. Sin embargo, para que los cambios sean sostenibles y profundos, puede ser necesario un proceso terapéutico más prolongado de varios meses. La constancia y el compromiso de los padres son clave en este proceso, ya que el apoyo en el hogar refuerza el trabajo realizado en las sesiones de terapia.
El entorno familiar juega un papel crucial en la forma en que los niños experimentan y manejan las rabietas. Los niños tienden a imitar los patrones de comunicación y resolución de conflictos que observan en sus padres, por lo que un ambiente familiar de apoyo y comprensión puede facilitar una mejor gestión de las emociones. Además, los conflictos o tensiones en el hogar pueden contribuir al aumento de las rabietas, ya que los niños suelen reaccionar a las emociones de sus cuidadores. La terapia ayuda a los padres a identificar y cambiar patrones que puedan estar influyendo negativamente en el comportamiento de sus hijos, promoviendo un ambiente más estable y armonioso.
Es recomendable acudir a una psicóloga cuando las rabietas se vuelven muy frecuentes, intensas o difíciles de controlar. También es conveniente buscar ayuda si las rabietas afectan significativamente la vida familiar o si los métodos convencionales de disciplina no funcionan. Las rabietas que persisten más allá de la edad esperada o que incluyen comportamientos agresivos hacia sí mismo u otros pueden ser indicativas de problemas emocionales subyacentes que requieren intervención profesional. Una psicóloga especializada puede ayudar a entender el origen de estos comportamientos y ofrecer herramientas para manejarlos de manera adecuada.
En casa, los padres pueden aplicar varias estrategias para complementar la terapia de rabietas, como mantener una rutina estructurada que brinde seguridad al niño y establecer límites claros y consistentes. También es útil reforzar los logros del niño con elogios positivos cuando maneja bien sus emociones y crear un espacio de comunicación abierta para que el niño pueda expresar sus sentimientos sin miedo a ser juzgado. Otra estrategia es utilizar el juego como medio para enseñar habilidades de autorregulación y manejar situaciones potencialmente frustrantes en un entorno seguro. Estos esfuerzos, junto con la terapia, crean un entorno de apoyo y enseñanza continua.
Las rabietas que requieren atención profesional suelen ser aquellas que son extremadamente frecuentes, intensas y que no disminuyen con el tiempo o que afectan significativamente la vida familiar y escolar. Si el niño parece incapaz de calmarse sin ayuda o si los episodios incluyen conductas agresivas hacia sí mismo o hacia otros, puede ser señal de que necesita ayuda. También, si los padres han intentado diferentes métodos de manejo de conducta sin éxito, una intervención profesional puede ser muy beneficiosa para entender las causas de fondo y abordar el problema desde su raíz.
La primera sesión de terapia suele incluir una entrevista con los padres para conocer el historial del niño y sus antecedentes familiares, así como para comprender la frecuencia e intensidad de las rabietas. Luego, la psicóloga puede realizar actividades con el niño que le permitan observar su comportamiento y respuestas emocionales. Esta sesión también es una oportunidad para que el niño se familiarice con el entorno terapéutico y la psicóloga. Al finalizar, se plantean los objetivos de la terapia y se proporciona a los padres una guía inicial de cómo pueden apoyar el proceso desde el hogar.
Sí, la terapia puede mejorar el vínculo entre padres e hijos en casos de rabietas, ya que proporciona herramientas de comunicación efectiva y enseña a los padres a responder de manera positiva y comprensiva a las emociones del niño. Al comprender mejor las necesidades emocionales del hijo, los padres pueden generar una conexión más profunda y de apoyo. Además, la terapia permite establecer dinámicas de respeto mutuo y comprensión, creando un entorno en el que el niño se siente seguro y valorado, lo que refuerza la relación familiar.
La psicóloga ofrece a los padres un acompañamiento constante, enseñándoles estrategias de manejo de conducta y proporcionando orientación para cada etapa del proceso. A través de sesiones de orientación parental, los padres aprenden a entender las señales emocionales de su hijo y a responder de manera constructiva, reduciendo la frustración en ambos lados. Además, se les enseña cómo establecer límites sanos y aplicar técnicas de refuerzo positivo, facilitando un ambiente en el hogar que favorece la mejora de las conductas del niño.
Para evitar que las rabietas se vuelvan crónicas, es importante establecer rutinas que aporten seguridad y estabilidad al niño, así como límites claros y consistentes. Mantener una comunicación abierta y afectuosa, en la que el niño se sienta escuchado y comprendido, es fundamental. También es recomendable enseñar al niño a identificar y gestionar sus emociones desde temprana edad, utilizando recursos como el juego o el dibujo para que aprenda a expresar sus sentimientos de manera no agresiva. Involucrar al niño en actividades que fortalezcan su autoestima y brindar apoyo constante son prácticas clave para fomentar su equilibrio emocional.
Información práctica sobre los rabietas y berrinches que tienen los niños
¿Cómo diagnostica el psicólogo las rabietas infantiles?
Para abordar las rabietas de manera adecuada, el diagnóstico es una parte fundamental. Durante las primeras sesiones, evaluaré las situaciones específicas que desencadenan las rabietas, el grado de autocontrol que tiene el niño y el papel que juegan los factores externos (como la respuesta de los adultos y el entorno). También analizaré cómo la interacción con el entorno familiar y las reacciones de los padres pueden estar influyendo en la conducta del niño.
Como parte del proceso de diagnóstico, te haré preguntas sobre las situaciones típicas en las que se presentan las rabietas y el tipo de respuestas que se suelen dar. Esto me permite entender mejor el contexto y adaptar las estrategias de intervención para que se ajusten a las necesidades específicas del niño y de la familia.
¿Cómo trabajaremos el problema de las rabietas durante la terapia?
El enfoque terapéutico para las rabietas infantiles se basa en el aprendizaje de regulación emocional y autocontrol. En este proceso, integramos métodos prácticos y adaptados a la edad y nivel de comprensión del niño:
- Validación emocional y educación emocional: Es fundamental que el niño aprenda a identificar sus emociones y a entender que estas son válidas. Desde mi experiencia, siempre insisto en que los niños necesitan ser acompañados mientras aprenden a gestionar estas emociones sin sentirse juzgados ni minimizados.
- Técnicas de calma y relajación: Enseñar al niño a calmarse con técnicas adaptadas a su edad, como la respiración profunda, el uso de cuentos o el juego simbólico, le permite contar con recursos que puede emplear cuando comience a sentir frustración.
- Orientación para los padres: Trabajo contigo para que puedas intervenir de manera efectiva sin recurrir a distracciones como las pantallas, evitando así que el niño aprenda a evitar sus emociones en lugar de enfrentarlas. Como mencioné anteriormente, los dispositivos electrónicos pueden ser un alivio temporal, pero limitan el aprendizaje de la regulación emocional.
- Establecimiento de límites claros y respetuosos: En la terapia, también se guía a los padres para que puedan expresar límites de forma clara y respetuosa, enseñando a los niños a aceptar un “no” como parte del proceso. Este aspecto es crucial, ya que parte de nuestra labor es enseñarles a ver los límites como una forma de cuidado y amor.
Contacto y primera consulta
Si estás buscando una psicóloga en Barcelona para trabajar las rabietas infantiles y fortalecer el desarrollo emocional de tu hijo, no dudes en contactarme. La primera consulta nos permite evaluar la situación y entender cuáles son las mejores estrategias para abordar las rabietas y mejorar el bienestar de toda la familia.
Pide cita para nuestro Centro de Psicología en Barcelona y acordaremos una hora de visita en la que os vaya bien venir:
Consejos prácticos para el manejo de rabietas en casa
Además del apoyo en terapia, hay medidas que puedes implementar en casa para ayudar a tu hijo a regular sus emociones:
- Mantén la calma: Tu reacción es clave para que el niño sienta que el momento de rabia se puede manejar con tranquilidad. Aun cuando él no quiera acercarse, estar presente y tranquilo es de gran ayuda.
- Establece rutinas: Las rutinas ayudan a reducir la frustración al darles a los niños una sensación de seguridad y previsibilidad.
- Ofrece alternativas: Cuando sea posible, ofrece opciones al niño para que sienta que tiene algo de control sobre la situación. Esto puede evitar la frustración y reducir las probabilidades de una rabieta.
- Evita las distracciones tecnológicas: Como hemos hablado, la tecnología no debería ser el recurso principal para calmar a los niños. La interacción humana y las actividades creativas son esenciales para el desarrollo de habilidades socioemocionales.
- Valida sus emociones: Permítele sentir su rabia o frustración sin juzgarla, pero establece límites claros sobre el comportamiento aceptable.
La importancia de la regulación emocional en la infancia
La capacidad de regular las emociones es una habilidad clave que se desarrolla desde la infancia y resulta fundamental para el bienestar emocional en la adultez. Las rabietas no son más que una manifestación de emociones que, en el caso de los niños, aún no están completamente desarrolladas ni reguladas. Por eso, cuando un niño pequeño enfrenta una situación frustrante o recibe un “no” como respuesta, es común que recurra a una rabieta, ya que su cerebro se encuentra en proceso de aprender a procesar y expresar estas emociones.
Como he visto en mi práctica, muchos padres interpretan las rabietas como actos de “mala conducta” o “manipulación”, cuando en realidad se trata de una fase natural en el desarrollo emocional. Esta etapa es el momento ideal para que los adultos se conviertan en guías, enseñando a los niños a reconocer, entender y gestionar sus emociones sin anularlas ni minimizarlas.
Cuando permitimos que un niño sienta rabia o frustración y le ayudamos a manejarla de forma saludable, estamos fortaleciendo su capacidad de autorregulación, algo que le servirá durante toda su vida. La terapia, en este sentido, ofrece herramientas específicas que permiten a los padres saber cuándo intervenir y cómo hacerlo de manera respetuosa y efectiva, construyendo la base de una regulación emocional sólida.
Recursos útiles para mejorar el autocontrol de los niños
Además de la terapia, existen varias herramientas y prácticas que pueden aplicarse en el hogar para fomentar la regulación emocional. Estas son algunas recomendaciones prácticas:
Cuentos y juegos emocionales: Existen muchos cuentos y juegos diseñados específicamente para enseñar a los niños a identificar y manejar sus emociones. Utilizar recursos visuales y actividades lúdicas facilita que los niños comprendan conceptos complejos como la frustración o la tristeza, ya que pueden relacionarlos con los personajes y escenarios.
Técnicas de respiración y relajación: Los ejercicios de respiración son una excelente técnica para enseñar a los niños a calmarse en momentos de frustración. Una técnica simple que uso con frecuencia es “la respiración del globo”: invitamos al niño a imaginar que está inflando un globo en su estómago, llenándolo de aire lentamente y luego soltándolo despacio, simulando el globo que se desinfla.
Tiempo para calmarse juntos: Durante una rabieta, es natural que el niño rechace el contacto físico o se resista a acercarse. Sin embargo, los padres pueden ofrecer su compañía de forma calmada, lo cual genera un entorno de seguridad sin forzar el acercamiento. La presencia del adulto es a menudo suficiente para que el niño sepa que no está solo y que sus emociones son aceptadas.
Refuerzo positivo: Celebrar los logros del niño en momentos de autocontrol, por pequeños que sean, refuerza su confianza y le ayuda a entender que puede manejar sus emociones. Un ejemplo puede ser un elogio cuando el niño logra calmarse o expresar su frustración sin recurrir a una rabieta. Estos gestos son esenciales para que el niño se sienta seguro y apoyado en su proceso.
Diferenciar emoción y conducta: Como parte de mi experiencia, siempre insisto en que los padres aprendan a distinguir entre la emoción y la conducta del niño. Validar la emoción significa reconocerla como legítima, pero también establecer límites sobre cómo expresarla. Un ejemplo es decirle al niño: “Entiendo que te sientes enojado, pero no está bien golpear”. De este modo, el niño entiende que su emoción es válida, pero que ciertas conductas no son aceptables.
Establecer un “espacio de calma” en casa: Crear un espacio de calma en casa donde el niño pueda ir a tranquilizarse durante una rabieta le ofrece un recurso útil para trabajar en su autocontrol. Este puede ser un rincón con cojines, cuentos o juguetes blandos, en el que pueda estar sin distracciones hasta que logre recuperar su estado de calma. Esto enseña a los niños a buscar un lugar seguro y familiar cuando se sienten abrumados.
Implementar estos recursos en casa no solo refuerza el trabajo realizado en terapia, sino que crea un ambiente en el que el niño se siente seguro para expresar sus emociones y practicar el autocontrol. Cada pequeño paso que el niño da en su manejo de emociones contribuye a su crecimiento personal, mientras los padres aprenden a acompañarlos desde el respeto, la comprensión y la empatía.
No esperes más y ayuda a tu hijo o hija a superar sus rabietas
La influencia de la tecnología en el desarrollo emocional de los niños
Hoy en día, la tecnología es una herramienta omnipresente en la vida de muchos niños. Sin embargo, su uso excesivo y prematuro puede tener efectos significativos en el desarrollo emocional y en la forma en que los niños gestionan sus emociones. En el contexto de las rabietas, es común que algunos padres utilicen dispositivos electrónicos como una solución rápida para calmar a sus hijos. Aunque esta opción ofrece alivio temporal, puede tener efectos adversos en el aprendizaje emocional a largo plazo.
Desde mi experiencia en terapia, he visto cómo la tecnología puede convertirse en un recurso recurrente que, en lugar de ayudar al niño a procesar sus emociones, crea una dependencia para evitar o “distraer” la rabia o la frustración. Según recomendaciones de la OMS y la Sociedad Americana de Pediatría, el uso de pantallas debe limitarse a una hora diaria en niños entre dos y cinco años, y se debe evitar por completo en niños menores de dos años. Esto es especialmente importante para que el niño aprenda a reconocer sus emociones sin depender de un estímulo externo que actúe como una “muleta emocional”.
La tecnología no debería sustituir la interacción humana, el juego físico o la creatividad, elementos fundamentales para un desarrollo emocional saludable. En lugar de ofrecer una pantalla en momentos de rabia o frustración, el enfoque terapéutico recomienda opciones que contribuyan al crecimiento socioemocional, como el juego simbólico, actividades creativas o tiempo de calidad con los padres. Además, establecer límites saludables respecto al uso de tecnología en casa enseña al niño a encontrar otras formas de entretenimiento y calma que no impliquen distracciones digitales.
A medida que trabajamos en terapia, es importante que los padres puedan distinguir entre el uso recreativo de la tecnología y el uso como método para evitar emociones incómodas. Si bien las pantallas pueden formar parte del tiempo de ocio, es fundamental que no se conviertan en un recurso principal para calmar al niño. Enseñarle a gestionar sus emociones sin depender de la tecnología le brindará herramientas de resiliencia y autocontrol, que son fundamentales para su desarrollo a lo largo de la vida.
El rol de los padres en el manejo de su propia regulación emocional
Un aspecto esencial en la gestión de rabietas es el autocontrol emocional de los propios padres. Cuando un niño tiene una rabieta, es habitual que el adulto también sienta frustración, preocupación o incluso enojo. Sin embargo, la calma del adulto es clave para que el niño pueda encontrar seguridad y aprender, a través del ejemplo, a regular sus propias emociones.
Es normal que los padres se sientan desbordados o que necesiten distancia emocional en el momento de la rabieta, especialmente si el niño rechaza el contacto o la cercanía. En estos casos, mantener una postura cercana pero tranquila, tal como has compartido en tu experiencia, puede ser de gran ayuda. Permanecer disponible para el niño, aunque a unos metros de distancia, permite que el pequeño se sienta seguro mientras atraviesa su propia tormenta emocional.
Desde mi experiencia, siempre recalco que la capacidad de los padres para regular sus propias emociones es crucial en el manejo de las rabietas. Esto no significa reprimir sus propios sentimientos, sino reconocerlos y manejarlos de manera que puedan actuar como modelos de regulación emocional para sus hijos. En terapia, trabajamos técnicas de respiración y autocontrol para padres, brindando herramientas que les permitan calmarse y acompañar a sus hijos desde una postura serena.
A continuación, algunas recomendaciones prácticas para padres que buscan mejorar su propio autocontrol en momentos de rabietas infantiles:
- Tómate un respiro: Si sientes que la situación te supera, permítete unos segundos para respirar profundamente y centrarte antes de intervenir. La calma que proyectes será percibida por el niño.
- Practica la autocompasión: Recuerda que es normal sentirse frustrado. Eres humano y también tienes emociones intensas, por lo que es fundamental que no te juzgues cuando sientas que pierdes la paciencia.
- Establece límites y guías internas: Define previamente cómo te gustaría reaccionar en una situación de rabieta y repásalo mentalmente, para que puedas implementar esos límites con mayor facilidad cuando ocurra la situación.
- Busca apoyo: La crianza no es fácil y, a veces, un grupo de apoyo de padres o sesiones de terapia familiar pueden ser de gran ayuda. Compartir tus experiencias y desafíos con otras personas que estén en la misma situación te permitirá sentirte acompañado y obtener estrategias prácticas de manejo emocional.
En definitiva, cuando un padre mantiene la calma durante una rabieta, no solo ayuda al niño a reducir la intensidad de sus emociones, sino que también le muestra, con el ejemplo, que es posible gestionar el enojo de forma respetuosa y constructiva. Los padres desempeñan un papel crucial como guías en el aprendizaje emocional de sus hijos, y su propia regulación emocional es una herramienta indispensable para construir una relación más fuerte y equilibrada.
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