PSICÓLOGA MIEDOS INFANTILES EN BARCELONA
Nerea Gómez
Psicóloga General Sanitaria y Psicoterapeuta Col. 30.039
¿Tu hijo/a experimenta miedos intensos que parecen ir más allá de lo normal para su edad? Como psicóloga especializada en miedos y fobias infantiles, estoy aquí para ayudarte a entender estos temores y guiarlos en el camino para superarlos de manera efectiva y sin afectar su bienestar.
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Psicólogas especialistas en miedos y fobias infantiles
Contamos con formación y amplia experiencia en el abordaje y tratamiento de los problemas de miedos y fobias infantiles que presentan nuestros pacientes, tanto niños como adolescentes.
Durante la primera visita trataremos de identificar y entender las causas que producen este miedo irracional, y trazaremos un plan terapéutico con unos objetivos concretos que empezaremos a trabajar desde el primer día.
Enseñaremos al niño o niña a desarrollar habilidades de afrontamiento y, juntos, enfrentaremos gradualmente las situaciones que le generan el miedo y que había ido evitando, generando cada vez más ansiedad. A través de la terapia de exposición será capaz de retomar aquellas actividades que cree que ahora no es capaz de hacer.
- Nerea Gómez - Psicología clínica - Habilitación Sanitaria - Colegiada Número 30039
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¿En qué casos la terapia para los miedos ayudará a tu hijo?
La terapia es sumamente útil para abordar los miedos infantiles en una amplia variedad de casos. A lo largo de mi experiencia, he visto que los miedos pueden presentarse de diversas maneras y en diferentes momentos del desarrollo de cada niño. Sin embargo, algunos casos frecuentes en los que la terapia puede ser esencial incluyen:
➤ Miedos que persisten más allá de lo esperado: Aunque es normal que los niños experimenten miedos evolutivos, estos suelen ser temporales y se superan de manera espontánea. La terapia se recomienda cuando estos miedos persisten más allá de lo esperado para la edad del niño.
➤ Interferencia con la vida cotidiana: En ocasiones, los miedos pueden ser tan intensos que afectan la capacidad del niño para desenvolverse con normalidad. Esto incluye miedos que afectan su rendimiento escolar, sus relaciones sociales, o que interfieren con la dinámica familiar.
➤ Fobias específicas o temores intensos hacia estímulos particulares: Algunos niños desarrollan fobias a situaciones como la oscuridad, los perros, la separación de los padres, o incluso a cosas más abstractas como el miedo al fracaso. La terapia ayuda a abordar estos temores de manera estructurada.
➤ Miedos acompañados de ansiedad generalizada: Los miedos también pueden estar vinculados a trastornos de ansiedad más amplios. En estos casos, es importante abordar tanto los miedos específicos como la ansiedad en su conjunto para obtener mejores resultados.
➤ Impacto emocional y social: La terapia también es recomendada cuando los miedos afectan significativamente la autoestima del niño/a, limitan sus actividades diarias, o generan conflictos en sus relaciones interpersonales.
Beneficios de la terapia infanto-juvenil
¿Qué beneficios obtendrá el niño o niña gracias a la terapia para miedos infantiles?
La terapia para miedos infantiles ofrece múltiples beneficios que impactan tanto a corto como a largo plazo. He observado que los niños que reciben ayuda profesional para superar sus miedos no solo aprenden a enfrentar estos temores, sino que también desarrollan habilidades importantes para su desarrollo general. Entre los principales beneficios se encuentran:
Desarrollo de estrategias de afrontamiento: Durante las sesiones, se enseñan herramientas y técnicas para enfrentar los miedos de manera saludable. Esto incluye técnicas de respiración, relajación, y otros métodos que los niños pueden usar en cualquier momento.
Incremento de la confianza y autonomía: Superar sus miedos permite a los niños ganar autoconfianza y aprender a depender menos de los demás para enfrentarse a situaciones desafiantes. Esto es clave para fortalecer su independencia y seguridad en sí mismos.
Reducción de la ansiedad y el estrés: La terapia ayuda a que los niños gestionen mejor sus emociones, lo cual reduce la ansiedad y el estrés. Esto es especialmente útil en aquellos casos en los que el miedo viene acompañado de síntomas físicos, como taquicardia o sudoración.
Apoyo y orientación para los padres: En mi enfoque terapéutico, también trabajo de cerca con los padres, proporcionándoles herramientas para apoyar a su hijo/a de manera efectiva y sin reforzar el miedo. La comprensión y apoyo familiar son claves para el éxito del tratamiento.
Mejora del bienestar general y la calidad de vida: A medida que el niño aprende a superar sus miedos, se siente más libre y feliz. Esto se refleja en su comportamiento en el hogar, la escuela, y en sus relaciones sociales.
Resultados palpables en pocas sesiones
¿Cuántas sesiones o cuánto tiempo dura el tratamiento para miedos infantiles?
El tiempo de tratamiento varía según el niño y la naturaleza de sus miedos, pero, en general, suele requerirse un periodo de entre 8 y 12 sesiones para notar mejoras significativas. Durante este tiempo, trabajamos de manera gradual y adaptada a cada caso.
Algunos factores que influyen en la duración del tratamiento incluyen:
- La intensidad y duración de los miedos: En casos donde los miedos son más agudos o han estado presentes durante mucho tiempo, puede requerirse un tratamiento más prolongado.
- La cooperación del niño/a y la implicación de los padres: Un entorno de apoyo y comprensión facilita mucho el proceso, ya que el niño/a se siente respaldado tanto en la terapia como en su vida diaria.
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Preguntas frecuentes sobre las miedos infantiles
El tratamiento psicológico para los miedos infantiles se centra en ayudar a los niños a comprender y manejar sus temores de una manera saludable. La psicóloga especialista en miedos infantiles realiza un diagnóstico inicial para conocer la intensidad del miedo, su impacto en la vida del niño y los desencadenantes. A través de la terapia, se trabajan técnicas de relajación, identificación de pensamientos y gradual exposición al miedo. Los niños aprenden a enfrentarse a sus miedos de forma progresiva, mientras que los padres reciben orientación sobre cómo apoyarles en casa sin reforzar accidentalmente esos temores. Este proceso puede durar varias sesiones y permite reducir el impacto de los miedos en la vida cotidiana del niño, promoviendo su bienestar emocional.
Los miedos en los niños suelen estar relacionados con etapas del desarrollo y, en general, desaparecen con el tiempo. Sin embargo, una fobia es un miedo intenso y persistente que causa una reacción extrema e interfiere significativamente en la vida del niño. A diferencia de los miedos comunes, las fobias infantiles no tienden a desaparecer por sí solas y requieren una intervención especializada para su tratamiento. La psicóloga realiza una evaluación exhaustiva para identificar si el niño tiene una fobia específica o si el temor es transitorio. Esta diferencia es clave, ya que determina el enfoque terapéutico más adecuado para que el niño pueda gestionar sus emociones y disminuir la ansiedad asociada.
Una psicóloga especializada en los temores infantiles tiene las herramientas y el conocimiento necesarios para abordar los miedos en niños de manera profesional y empática. Su objetivo es ayudar al niño a identificar, entender y manejar sus temores a través de técnicas personalizadas y adecuadas para su edad. En las sesiones de terapia, el niño participa en actividades terapéuticas, juegos y ejercicios que ayudan a abordar sus miedos de una forma que le resulta comprensible y accesible. Además, la psicóloga trabaja estrechamente con los padres, ofreciéndoles estrategias y recomendaciones que contribuyen a crear un ambiente seguro y de apoyo en el hogar, fortaleciendo así los resultados de la terapia.
Los miedos infantiles suelen presentar síntomas específicos que, si persisten o empeoran, pueden requerir intervención. Los síntomas más comunes incluyen insomnio, llanto frecuente, reacciones físicas como sudoración o palpitaciones, evitación de situaciones cotidianas y una intensa necesidad de la presencia de los padres en ciertos momentos. Si estos síntomas interfieren en las actividades diarias del niño, en su rendimiento escolar o en sus relaciones con otros niños, es recomendable acudir a una psicóloga especializada. Estos síntomas pueden ser señales de que el miedo está limitando la vida del niño y es necesario un tratamiento profesional para que aprenda a gestionarlo de forma efectiva.
La terapia para los miedos infantiles puede abordar una variedad de temores comunes, como el miedo a la oscuridad, a los animales, a las alturas, al abandono y a la separación, entre otros. También incluye miedos menos comunes, como el miedo a los ruidos fuertes, a las tormentas o a los espacios abiertos o cerrados. A través del tratamiento, la psicóloga ayuda al niño a reducir estos miedos mediante técnicas de exposición progresiva y habilidades de afrontamiento. Esto permite al niño ganar seguridad y reducir la ansiedad en aquellas situaciones específicas que le causan temor. Cada miedo es tratado de manera individualizada, asegurando que la terapia se ajuste a las necesidades y personalidad del niño.
Una sesión de terapia para los miedos en niños suele ser dinámica y adaptada a la edad y necesidades específicas de cada niño. La psicóloga utiliza técnicas como el juego terapéutico, el modelado y la visualización para ayudar al niño a enfrentarse a sus miedos de forma controlada. Las sesiones iniciales se enfocan en establecer una conexión de confianza entre el niño y la terapeuta, facilitando así la expresión de sus emociones. A medida que el tratamiento avanza, se introduce gradualmente la exposición a los temores en un ambiente seguro y controlado. Esto permite que el niño se sienta en control de la situación y aprenda a gestionar sus miedos de forma autónoma y confiada.
Si notas que tu hijo muestra signos de ansiedad, evita ciertas actividades o lugares de forma persistente, tiene problemas para dormir o presenta una dependencia extrema de tu presencia, puede ser indicativo de que sus miedos están interfiriendo en su vida diaria. También, si el niño experimenta síntomas físicos de ansiedad o reacciones desproporcionadas ante situaciones que no presentan un peligro real, es recomendable buscar ayuda profesional. Una psicóloga para los miedos en niños puede evaluar la situación y ofrecer estrategias que ayuden al niño a superar estos temores, mejorando así su calidad de vida y bienestar emocional.
La duración del tratamiento para los miedos infantiles depende de la intensidad del miedo, la personalidad del niño y la respuesta a la terapia. En promedio, los tratamientos suelen durar entre 10 y 15 sesiones, aunque algunos niños pueden necesitar menos tiempo mientras que otros requerirán un proceso más prolongado. Cada sesión está diseñada para que el niño avance gradualmente en su capacidad para afrontar sus miedos, desarrollando una mayor autoconfianza. La duración del tratamiento siempre se adapta al ritmo del niño, asegurando que se sienta cómodo y seguro durante todo el proceso.
Sí, el papel de los padres es fundamental en el tratamiento de los miedos infantiles. La psicóloga ofrece pautas específicas para que los padres puedan apoyar a su hijo en casa sin reforzar sus miedos accidentalmente. Esto incluye proporcionar un ambiente seguro, respetar los tiempos del niño y evitar exponerlo de forma brusca a sus temores. La colaboración de los padres permite reforzar las técnicas aprendidas en terapia y mostrar un apoyo constante. Además, los padres aprenden a manejar sus propias reacciones y a establecer límites que ayudan al niño a ganar autonomía y seguridad.
El juego terapéutico es una herramienta esencial en la terapia para los miedos infantiles, ya que permite que el niño exprese sus emociones y explore sus miedos de una forma no verbal y natural. A través del juego, el niño puede representar sus temores, lo que facilita su comprensión y permite que la psicóloga intervenga de manera sutil. Este tipo de juego crea un espacio seguro donde el niño siente control y puede enfrentar sus miedos sin presiones, contribuyendo a su autoconfianza y bienestar emocional.
Sí, en muchos casos, la terapia para los miedos infantiles incluye abordar problemas de sueño relacionados con el miedo. Los niños que experimentan temores intensos suelen presentar dificultades para dormir solos o se despiertan frecuentemente durante la noche. La psicóloga trabaja con el niño para identificar los pensamientos que generan su ansiedad y le enseña técnicas de relajación y rutinas de sueño que pueden disminuir el temor a la oscuridad o la soledad nocturna. La mejora en los patrones de sueño es uno de los efectos positivos que el tratamiento suele lograr.
Es recomendable acudir a una psicóloga para el tratamiento de los miedos infantiles cuando estos interfieren con la vida cotidiana del niño o si el miedo persiste durante varios meses sin mostrar señales de disminución. También es una buena opción si el niño empieza a evitar actividades importantes, como asistir a la escuela, salir de casa o relacionarse con otros niños. La intervención temprana permite que el niño supere sus miedos de forma eficaz y que se desarrollen estrategias de afrontamiento antes de que los temores se vuelvan más arraigados.
El miedo a la separación es un temor común en la infancia, especialmente en los primeros años de vida, y puede tratarse de manera efectiva a través de la terapia. En las sesiones, el niño aprende a identificar sus emociones y a gestionar su ansiedad a través de juegos y actividades de exposición controlada. La psicóloga también trabaja con los padres para establecer rutinas de separación seguras y consistentes que refuercen la confianza del niño en su propio entorno. Este enfoque ayuda al niño a desarrollar una mayor independencia y reduce la dependencia de los padres en momentos de separación.
Si el miedo de tu hijo persiste y no muestra señales de mejora, puede ser el momento de buscar ayuda profesional. Los miedos intensos que permanecen sin cambios pueden afectar el desarrollo social, emocional y académico del niño. Una psicóloga especializada en miedos infantiles puede evaluar el caso y diseñar un plan de tratamiento personalizado. Con la intervención adecuada, tu hijo aprenderá a enfrentar y superar sus miedos, lo que le permitirá vivir de manera más plena y segura.
Sí. Puedes contactar conmigo a través de whatsapp (623174121) o por e-mail (katia@psicologiamontjuic.com) y resolveré tus dudas. También podemos hablar por teléfono para tener una primera toma de contacto de forma totalmente gratuita.
Como en todas las terapias infantiles que realizamos en el Centro de Psicología Montjuic, tanto en adolescentes como en niños, la duración de las sesiones es de 45 minutos.
Información práctica sobre los temores y fobias que tienen los niños
¿Cuáles son los miedos infantiles más comunes y cómo evolucionan con la edad?
Los miedos infantiles suelen variar a medida que los niños crecen, y hay patrones comunes según la edad:
- De 6 a 12 meses: Aparecen miedos ante personas desconocidas, ruidos fuertes o cambios en el entorno. El miedo a la separación también es común en esta etapa.
- De 2 a 4 años: Es frecuente que desarrollen miedo a los animales, especialmente a perros, y a elementos como el agua, la oscuridad o las alturas. Durante esta etapa, los niños también pueden mostrar miedo al baño, relacionado con el control de esfínteres.
- De 4 a 6 años: Los miedos suelen centrarse en seres imaginarios, como monstruos o fantasmas, y situaciones de la vida cotidiana, como quedarse solos.
- De 6 a 9 años: Empiezan a desarrollar miedos más realistas, como el miedo al daño físico, las enfermedades, o los desastres naturales. También puede surgir miedo al fracaso escolar o al ridículo.
- De 9 a 12 años: Aparecen preocupaciones sobre el rendimiento académico, conflictos familiares, y riesgos para la salud propia o de familiares cercanos.
¿Cuándo es recomendable buscar ayuda psicológica para los miedos infantiles?
Aunque muchos miedos infantiles son evolutivos y se superan por sí mismos, en algunos casos es aconsejable buscar ayuda profesional. Recomiendo considerar la terapia si:
- El miedo se vuelve persistente y desproporcionado respecto a la situación que lo provoca.
- Afecta negativamente la vida del niño/a, interfiriendo con sus actividades cotidianas, la escuela o sus relaciones con amigos y familiares.
- Los intentos de abordarlo en casa no han sido efectivos, y parece que el niño/a no logra superarlo con el tiempo.
¿Cómo trabajaremos el problema de los miedos infantiles durante la terapia?
Mi enfoque para tratar los miedos infantiles es integral y adaptado a cada niño. Durante las sesiones, utilizo una combinación de técnicas como la terapia cognitivo-conductual, la exposición gradual a los miedos, y la enseñanza de estrategias de regulación emocional. Además, involucro a los padres en el proceso para que puedan apoyar a su hijo/a desde casa.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Este método se centra en identificar los pensamientos y creencias que están contribuyendo al miedo del niño/a. A través de ejercicios y conversaciones, se ayuda al niño a reformular estos pensamientos, adoptando una perspectiva más realista y menos temerosa. La TCC es especialmente útil para miedos que han estado presentes durante mucho tiempo o que han crecido en intensidad.
- Exposición gradual y controlada: Este proceso, adaptado al nivel de tolerancia del niño/a, implica exponerle de manera gradual y controlada a las situaciones que le generan miedo. Al hacerlo de forma progresiva, el niño/a puede desarrollar confianza en sus habilidades para enfrentar y superar el miedo. Por ejemplo, si un niño/a tiene miedo a los perros, comenzamos mostrando imágenes y videos, y avanzamos hasta un encuentro controlado con un perro en persona.
- Técnicas de relajación y respiración: Enseñar a los niños a calmar su cuerpo y mente en momentos de ansiedad es clave. Utilizo ejercicios de respiración, relajación muscular y visualización, que pueden aplicar cada vez que sienten miedo. Estas técnicas no solo los ayudan en la terapia, sino que son herramientas útiles que pueden usar a lo largo de su vida.
- Reforzamiento positivo y construcción de autoestima: Para ayudar a los niños a sentirse más seguros y confiados, utilizo técnicas de reforzamiento positivo. Esto implica reconocer y recompensar sus avances, ayudándoles a sentirse valorados y capaces de enfrentar sus miedos. El fortalecimiento de la autoestima es crucial, ya que permite que el niño/a confíe más en sí mismo/a y en sus capacidades.
- Implicación de los padres en el proceso: La colaboración de los padres es fundamental para el éxito de la terapia. Durante las sesiones, les doy orientación sobre cómo apoyar a su hijo/a sin reforzar el miedo y cómo responder ante situaciones de miedo en el hogar. También les proporciono ejercicios y estrategias que pueden aplicar en casa para complementar el trabajo realizado en la consulta.
- Evaluación y seguimiento continuos: La terapia para miedos infantiles requiere un seguimiento constante. A medida que el niño/a va superando sus miedos, ajustamos el enfoque terapéutico según sea necesario. Esto permite adaptarse a sus progresos y a cualquier nuevo desafío que pueda surgir.
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¿Cómo diagnostica el psicólogo los miedos infantiles?
El diagnóstico de los miedos infantiles requiere de un proceso cuidadoso y comprensivo. Es fundamental evaluar no solo el tipo de miedo que el niño o la niña está experimentando, sino también el contexto en el que se produce y la respuesta emocional y física que genera. Durante las sesiones iniciales, llevo a cabo una serie de evaluaciones adaptadas a la edad del niño/a, que incluyen:
- Entrevistas con los padres: Es fundamental comprender el entorno familiar y la perspectiva de los padres sobre el comportamiento de su hijo/a. Esto me permite obtener una visión más completa del desarrollo del niño y de cómo los miedos están afectando su vida cotidiana. Los padres suelen notar señales como el rechazo a ciertas actividades o cambios de comportamiento ante estímulos específicos.
- Observación directa del niño/a: En las sesiones iniciales, observo cómo el niño/a se relaciona en un entorno seguro, lo que me permite identificar las posibles causas y el grado de los miedos que experimenta. Este tipo de observación ayuda a conocer el impacto real del miedo en su vida y su respuesta a situaciones controladas.
- Evaluaciones lúdicas y pruebas adaptadas a su edad: Utilizo actividades lúdicas y herramientas adaptadas para identificar los tipos de miedos, su intensidad y cómo el niño/a los percibe. Estas pruebas pueden incluir juegos de rol, dibujos y cuentos, que permiten a los niños expresar sus miedos de manera natural y sin presiones.
- Escalas de ansiedad y miedo: Existen herramientas específicas, como cuestionarios o escalas, que ayudan a medir los niveles de miedo y ansiedad en niños. Estas evaluaciones permiten entender mejor si el miedo se mantiene dentro de lo normal para su edad o si ha alcanzado un nivel que requiere intervención profesional.
El objetivo del diagnóstico es no solo identificar la naturaleza del miedo, sino también comprender los factores que lo perpetúan y cómo influye en otras áreas del desarrollo del niño/a. Esto me permite diseñar un plan de tratamiento personalizado y enfocado en las necesidades particulares de cada caso.
Estrategias para ayudar a tu hijo/a a enfrentar sus miedos en casa
Como parte del proceso, también trabajo con los padres para ofrecer estrategias prácticas que puedan aplicar en el hogar, y que apoyen la terapia de su hijo/a:
- Crear un entorno seguro y de apoyo: Es importante que los niños sientan que pueden expresarse sin temor a ser juzgados. Al mostrarles comprensión y empatía, se les anima a enfrentar sus miedos en lugar de evitarlos.
- No reforzar los miedos: Aunque puede ser tentador proteger a los niños de aquello que temen, esto puede reforzar el miedo. Es mejor guiarles y ayudarles a enfrentarse gradualmente a la situación, sin presionarlos, pero también sin evitarla por completo.
- Enseñar técnicas de respiración y relajación: Estas herramientas pueden aplicarse en cualquier momento y lugar, y son una forma efectiva de que los niños aprendan a calmarse por sí mismos. Dedicar unos minutos al día a practicar estos ejercicios en familia puede hacer una gran diferencia.
- Fomentar actividades de afrontamiento positivo: Actividades como el juego, el arte y la lectura pueden ser grandes aliados para que los niños trabajen sus miedos de manera natural. Por ejemplo, leer juntos cuentos que traten sobre superación de miedos puede ayudar a los niños a reflexionar sobre sus propios temores.
La importancia de buscar ayuda psicológica para superar miedos infantiles
Es fundamental recordar que los miedos infantiles, aunque en su mayoría son evolutivos, pueden tener un impacto importante en la vida de un niño si no se abordan adecuadamente. La intervención de un profesional puede marcar la diferencia en estos casos, brindando no solo estrategias para superar el miedo, sino también herramientas emocionales y psicológicas que apoyarán al niño/a a lo largo de su vida.
Si notas que los miedos de tu hijo/a persisten y están afectando su bienestar, es recomendable consultar a un especialista. La terapia puede ofrecer un enfoque estructurado y seguro que ayudará a tu hijo/a a enfrentar y superar sus temores.
No esperes más y ayuda a tu hijo o hija a superar sus miedos
Los niños experimentan un amplio abanico de miedos durante todo su desarrollo. La mayoría de estos miedos son cortos en el tiempo y de una intensidad moderada, además son propios de la edad y sirven al niño de aprendizaje y preparación para etapas posteriores. Estos miedos no suponen un problema grave, ya que el niño por si mismo (o con ayuda de sus progenitores o compañeros) es capaz de sobrellevarlos y superarlos.
Sin embargo, consideramos que existe un problema de miedo cuando éste es resistente en el tiempo, tiene una mayor intensidad y supone una alteración en el funcionamiento diario del niño. Por ejemplo, un niño que tiene miedo a los médicos y cada vez que debe acudir a éstos se ve desbordado por una fuerte emoción negativa, manifestando lloros, pataletas y un fuerte malestar. En estos casos es muy recomendable acudir al psicólogo infantil para que pueda tratarlo.
Si notas que los miedos de tu hijo/a persisten y están afectando su bienestar, es recomendable consultar a un especialista. La terapia puede ofrecer un enfoque estructurado y seguro que ayudará a tu hijo/a a enfrentar y superar sus temores.
¿Qué son los miedos infantiles?
El miedo es una emoción, normalmente desagradable, que aparece en las personas ante la percepción de algún tipo de amenaza, bien sea real o imaginaria. Es una emoción primaria, por lo que se da en todas las especies animales y sirve como sistema de alarma ante peligros que pueden perjudicar el bienestar tanto físico como psicológico de las personas. Esto sucede tanto en niños como en adultos.
Sensación desagradable por todo el cuerpo que sentimos cuando nos acercamos a un alto acantilado sin ningún tipo de protección.
Emoción intensa que nos hace correr cuando a pocos metros de nosotros percibimos las luces de un autobús junto con el sonido ensordecedor del claxon y el frenazo de las ruedas. Al llegar a la acera nos damos cuenta que el semáforo estaba en rojo.
Un niño pequeño no pierde de vista a sus padres y no se aleja demasiado de ellos cuando investiga los alrededores y curiosea por un parque nuevo.
Estas reacciones no aparecen en vano, sino que nos están avisando del peligro al que estamos sometidos y por tanto nos ayudan a ponernos a salvo. En este caso el miedo nos protege desde una edad temprana, es una herramienta de supervivencia básica en todas las especies sin la cual nos veríamos expuestos a numerosas situaciones peligrosas y con un alto riesgo de sufrir algún tipo de daño.
Niños temerarios, niños temerosos y niños prudentes
Este sistema de alarma no es infalible y se puede alterar en determinadas circunstancias. Por ejemplo, se puede activar ante situaciones que no son peligrosas o por el contrario, permanecer en modo off en contextos con alto potencial de peligrosidad. Teniendo en cuenta estas variaciones podríamos hablar de niños temerarios cuando los pequeños no presentan miedo ante situaciones que entrañan peligro objetivo. Son niños en los que el sistema de alarma del miedo permanece alterado, en este caso incluso podríamos decir que está desconectado. Estos niños, no conscientes del peligro al que se exponen, arriesgan su vida y en ocasiones están indefensos ante situaciones de riesgo.
Por otro lado podríamos hablar de niños temerosos, los cuales también tienen el sistema de alarma afectado, concretamente está emitiendo señales de peligro cuando en realidad no existen estímulos dañinos a su alrededor. En este caso hay presencia de miedo ante situaciones sin ningún tipo de riesgo real, por lo que el niño siente malestar y sufrimiento ante situaciones inocuas. Y por último podríamos hablar de casos donde el sistema de alarma psicológico no tiene alteraciones.
Por un lado estarían los niños prudentes, aquellos que tienen miedo cuando realmente existe el peligro, se trataría pues de una emoción saludable. Por otro lado estarían los niños valientes que son aquellos que no sufren ningún tipo de miedo innecesario. Saben que ante determinadas situaciones pueden estar solos y eso no les entraña ningún peligro.
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¿Qué diferencias hay entre los miedos infantiles y las fobias infantiles?
Al tratar el tema de los miedos, muchas personas se preguntan qué diferencia un miedo de una fobia. Concretamente hablamos de fobias cuando las personas sufren un miedo extremadamente elevado ante estímulos inofensivos, es decir, el miedo es desproporcionado y además acarrea un importante malestar para la persona que lo sufre, manifestando reacciones exageradas en los tres sistemas de respuesta de la ansiedad (fisiológica, cognitiva y el conductualmente).
La respuesta de la persona ante un estímulo inocuo es desproporcionada y desadaptada. En el caso de los niños, la diferencia entre fobia y miedo es más complicada por la existencia, ya mencionada anteriormente, de numerosos temores que acompañan al niño durante el ciclo evolutivo y que desaparecen con el tiempo. Por tanto, en estos casos tenemos que tener en cuenta la duración del miedo y la edad del niño. En los casos más graves, es aconsejable acudir al psicólogo especialista en fobias lo antes posible.
En relación con el miedo y las fobias existe el factor de la preparatoriedad. A lo largo de los años y alrededor de las diferentes culturas se ha observado cómo, de forma general, los niños temen a las mismas cosas. Esto se explica debido a la evolución de la especie humana. Nuestros antepasados más remotos estaban rodeados de peligros naturales a los que debían hacer frente día a día: serpientes, depredadores, tormentas eléctricas…
Podemos decir que las personas venimos programadas para padecer esta clase de miedos “antiguos”, sin embargo y paradójicamente, en la sociedad moderna nos resultaría mucho más útil temer a objetos o acciones que resultan más peligrosas que el hecho de tener que enfrentarnos a una serpiente o a una araña, como por ejemplo, no ser precavido con el uso de la moto o no usar adecuadamente los aparatos eléctricos de casa. Por lo general, los niños no muestran miedo al hecho de secarse el pelo cerca de una bañera llena de agua ni tampoco se asustan por meter los dedos en los agujeros de un enchufe de pared.
Las personas no estamos preparadas genéticamente para temer a estos peligrosos estímulos “actuales”, por lo que en estos casos resulta fundamental que los progenitores (a través de la educación y las normas aplicadas en casa) enseñen y por tanto, “programen” las alarmas en sus hijos con la finalidad de prevenir accidentes.
¿Cuánto duran las fobias infantiles?
Teniendo en cuenta las edades de los niños podemos hablar de cuáles son los miedos más frecuentes en cada momento del ciclo evolutivo. Por ejemplo, niños entre cero y dos años temen principalmente a los ruidos fuertes, a la pérdida de base de apoyo, a la separación de los padres, a los extraños…
En los niños de tres a cinco años suele disminuir el miedo a la pérdida de apoyo y a los extraños y aparecen temores nuevos como el miedo al daño físico, a las personas disfrazadas y a la oscuridad.
Durante los seis hasta los ocho años los miedos más frecuentes son a los seres imaginarios, a las tormentas o a quedarse solo en casa. Y por último, los niños de nueve a doce años temen al fracaso escolar, a la muerte y empiezan a preocuparse por su aspecto físico y por las relaciones con sus iguales.
Con todo esto es importante señalar que, a pesar de la alta frecuencia de miedos en la infancia, sólo alrededor de un 5% de los niños sufren miedo patológico o fobias infantiles que deban considerarse clínicamente significativas.
¿Cuál es el origen de las fobias infantiles?
Si nos paramos a observar el origen de la fobia de los niños, muchos padres coincidirían en afirmar que “tiene los mismos miedos que tenía yo”, “lo ha heredado de mí, yo también soy muy miedica”. Es cierto que la probabilidad de que un niño sufra miedos infantiles es mayor si sus padres también los sufren. Esto no significa necesariamente que se haya heredado el miedo a través de la genética, podríamos hablar aquí del efecto modelado que tiene los padres sobre los hijos.
El niño copia las reacciones de miedo de sus progenitores cuando se enfrentan al estímulo temido, por ejemplo, cuando el papá empieza a gritar y saltar ante una cucaracha que ha aparecido en el baño. En este caso sería la pauta educativa la que tendría mayor efecto sobre las reacciones posteriores del niño. Pero no sólo la educación y la genética influyen en la aparición de los miedos infantiles, existen otros factores que pueden explicar, en mayor o menor medida, la aparición o mantenimiento de los temores. Entre dichos factores, ejerce un papel importante también la historia personal del niño.
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Causas de las fobias infantiles
Es más probable que un niño manifieste miedo si previamente ha tenido malas experiencias relacionadas con el estímulo temido o si ha sufrido experiencias negativas traumáticas, en éste caso podemos decir que es más vulnerable y susceptible a padecer fobias. Además, también se reconoce que cuantos menos recursos posea el niño para hacer frente a situaciones estresantes, con más facilidad reaccionará con una respuesta desadaptada frente a estímulos concretos.
En éste punto debemos también considerar aquellos miedos que son infundados en los niños, miedos que se crean al niño con la finalidad de que haga más caso o se porte bien, los cuáles y como recomendación, deben ser evitados en la medida de lo posible. En muchas ocasiones, se asusta a los infantes diciéndoles frases que resultan poco adecuadas a pesar de su efectividad, ya que se están provocando miedos de una manera indebida.
Si no te terminas el plato vendrá el hombre del saco.
¡Cuidado, cuidado! No te vayas muy lejos que hay un perro.
Estas frases suelen ser utilizadas por algunos padres, en momentos concretos, para negociar con sus hijos y conseguir fácilmente que se terminen la comida o que no se muevan de su lado cuando están en el parque. Lo que se puede provocar con esto, de manera no intencionada, es que el niño padezca un fuerte malestar innecesario cuando vea un perro por la calle o que tenga pesadillas y malos sueños.
¿Cómo solucionar los miedos infantiles?
Una vez llegados a este punto, ¿Qué se puede hacer para que un hijo no tenga miedo? Desde hace muchos años se viene experimentando en cómo eliminar los miedos en las personas e incluso cómo crearlos, para entender cuál era el funcionamiento básico de éstos. Se ha demostrado que para dejar de temer algo nos tenemos que exponer en repetidas ocasiones a ello, y así podremos comprobar por nosotros mismos que es inofensivo o que somos capaces de controlar la situación.
Un niño que teme subir en bicicleta podrá superarlo si poco a poco se va exponiendo a ésta, va haciendo trayectos cortos acompañado de sus padres, después un poco más largos, después con sus padres a una mayor distancia y así sucesivamente hasta que vea que no sucede nada malo. Lo mismo si un niño teme a la oscuridad o a los perros. Aunque es un consejo muy fácil teóricamente, a la hora de ponerlo en práctica resulta mucho más difícil. Los miedos crean un fuerte malestar en aquellos que los sufren y el acercarse al estímulo en cuestión resulta muy agresivo y les supone un gran esfuerzo.
Cuanto antes se haga frente a un miedo más fácil será su recuperación. El temor provoca que se evite reiteradamente al animal u objeto temido, por tanto, con el paso del tiempo se va aplazando más y más el afrontar la situación estresante y el miedo se va haciendo más fuerte y resistente. Es probable que a raíz de un miedo se creen otros relacionados con el primero y así se va generalizando el malestar a un mayor número de situaciones. Esto provoca un empeoramiento del problema y una mayor afectación al funcionamiento normal del niño, que día a día tiene que lidiar con un mayor número de dificultades y evitar un mayor número de situaciones.
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