TERAPIA DEL DUELO EN BARCELONA
Katia Giménez Molins
Psicóloga General Sanitaria y Psicoterapeuta Col. 15408
¿Has sufrido la pérdida de un ser querido? ¿Sientes culpa, depresión, ira, o incluso tienes síntomas físicos que dificultan tu día a día? Como psicóloga experta en el tratamiento del duelo, te asesoraré y acompañaré para impedir que la situación se agrave y solucionarla de una forma eficaz.
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Tu psicóloga para el duelo en Barcelona
Cuento con formación y amplia experiencia en el abordaje y tratamiento de los problemas y trastornos relacionados con el duelo que presentan mis pacientes, tanto niños como jóvenes y adultos.
Durante la primera visita trataremos de identificar y entender las complicaciones que han podido surgir durante el proceso de duelo, y trazaremos un plan terapéutico con unos objetivos concretos que empezaremos a trabajar desde el primer día.
Te daré recursos que te ayudarán a identificar los pensamientos y situaciones que te están impidiendo avanzar y superar el duelo. Durante la terapia, también te enseñaré a desarrollar técnicas y habilidades para acabar con el malestar y aligerar la carga del sufrimiento. En caso de que sea necesario y como complemento a la psicoterapia, puedo referirte a un psiquiatra para valorar si un tratamiento farmacológico es adecuado.
- Psicóloga Clínica - Habilitación Sanitaria - Colegiada Número 15408
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Problemas que puedo solucionar
¿En qué casos te ayudará el tratamiento del duelo?
Como psicóloga con experiencia en la terapia para duelos, he tratado y ayudado a muchas personas que sufrían algunos de los siguientes síntomas:
➤ Sientes tristeza profunda y prolongada, has perdido la ilusión por vivir y te resulta muy complicado alegrarte. Deseos de morir o miedo a la muerte.
➤ Dificultad para funcionar en el día a día, tratas de hacer lo mismo que antes del fallecimiento a través de rutinas o lugares que frecuentabais juntos.
➤ Sientes una ira incontrolada, todo te molesta o te incomoda ver a bien a los demás. Estás enfadado/a con el mundo de forma constante.
➤ Sentimientos de culpa o responsabilidad por la muerte o por sucesos pasados y recuerdos de lo ocurrido que no puedes evitar, incluso en forma de pesadillas.
➤ Evitas hablar del fallecido, de recuerdos o de tus sentimientos, no eres capaz de deshacerte de su ropa u objetos que ya no son útiles, incluso pasado mucho tiempo.
➤ Síntomas físicos como dificultad para respirar, dormir o comer, ansiedad, nauseas, mareos, dolores de cabeza, …
Beneficios de la terapia para el duelo
¿Qué cambios experimentarás con la terapia para el duelo?
Durante la terapia te ayudaré a aliviar y manejar las emociones dolorosas que surgen tras una muerte significativa. Con ello conseguirás:
Aceptar la pérdida: Comprender y aceptar la realidad de la pérdida, empezar a ser conscientes de lo que eso significa
Dar salida a las emociones: Permitirse sentir y expresar las emociones de forma saludable elaborando nuevas creencias.
Adaptarse a la vida sin el fallecido: Aprender a vivir sin el ser querido, asumir responsabilidades o roles en el nuevo entorno.
Recolocar emocionalmente al ser querido: Encontrarle un nuevo lugar en la vida, seguir recordándolo y amándolo, pero también poder seguir adelante con tu día a día.
Resultados palpables en pocas sesiones
¿Cuántas sesiones o tiempo dura la terapia?
En el caso de los duelos, de la misma forma que en otras terapias, el tratamiento es personalizado, por lo que dependiendo del tipo de vínculo que el paciente tenía con la persona fallecida, su contexto social o cultural y su edad o capacidad madurativa, éste puede ser más o menos largo.
En términos generales y según mi experiencia, en personas adultas el tratamiento del duelo consigue mejoras y logra cambios significativos en el paciente en unas 5-6 sesiones de media.
Dependiendo de la disponibilidad del paciente, o de lo avanzada que esté la terapia, las sesiones pueden realizarse cada semana o cada dos semanas.
Para obtener mejores resultados, aconsejo al paciente que realice ciertos ejercicios también fuera de la consulta.
El mejor precio posible
Precios y tarifas asequibles para todos
Terapia Infantil y Juvenil - 50€
Sesiones de 45 minutos
Terapia Adultos - 60€
Sesiones de 60 minutos
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¿Dónde se realiza la terapia?
Datos de mi espacio
Psicologia Montjuic
Mi centro de psicología está situado muy cerca de Plaza España, y podemos vernos de lunes a viernes de 9 a 21h (otros horarios a convenir).
Dirección: Av Paral·lel 180 Esc A Entlo 4, 08015, Barcelona
Teléfono: 623 174 121
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Sí. Puedes contactar conmigo a través de whatsapp (623174121) o por e-mail ([email protected]) y resolveré tus dudas. También podemos hablar por teléfono para tener una primera toma de contacto de forma totalmente gratuita.
En primer lugar, hago un análisis detallado de tus necesidades para encontrar el tratamiento más adecuado. La intervención siempre es individualizada.
En el caso de los adultos, las duración de la sesiones es de 60 minutos. En adolescentes y niños, la duración es de 45 minutos.
El tiempo estimado de un proceso de terapia puede variar en función de la complejidad del motivo de la consulta y del tipo de tratamiento utilizado. Sin embargo, el promedio de las terapias tiene una duración de entre 8 y 12 sesiones.
La psicoterapia te puede ayudar con una amplia gama de problemas, desde problemas más específicos y actuales como un duelo, estrés, dificultades en las relaciones o problemas relacionados con el trabajo, hasta problemas más profundos y complejos, como trastornos alimentarios, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, ansiedad o trastornos de la personalidad.
Tras la primera consulta, haré una valoración de lo que te puede estar ocurriendo y te plantearé un plan o estrategia de tratamiento con el que sabrás si los problemas con los que deseas ayuda se pueden resolver en psicoterapia, o si es necesario un enfoque más específico o quizás la participación de otros profesionales (psiquiatra, por ejemplo).
Sí, por supuesto. Todas las psicólogas, por ley y por su Código Deontológico, deben mantener secreto profesional y garantizar absoluta confidencialidad.
Información práctica sobre la terapia del duelos
¿Qué es el duelo?
El duelo es el proceso emocional que se experimenta tras la pérdida de un ser querido. Es un proceso natural y complejo que puede durar meses o incluso años. Cada persona lo experimenta de forma diferente, y no hay un tiempo determinado para su duración.
Entendemos el duelo como la experiencia subjetiva (cognitiva, conductual y emocional) que emerge ante una pérdida personalmente significativa. En este concepto tiene cabida cualquier tipo de pérdida, desde las materiales a las relacionales (como la ruptura de una relación de pareja). En este texto vamos a centrar nuestra atención en las pérdidas que concurren en el contexto de la muerte de un ser querido, una experiencia universal en la que se desata una cascada emocional intensa.
La muerte de un ser querido implica un proceso de adaptación difícil. A lo largo de éste, aparece toda una constelación de emociones que en todo caso deben considerarse normales y no implican por sí mismas ninguna patología (tristeza, culpa, miedo, etc.). Sólo en aquellos casos en los que los síntomas se prolongan largamente en el tiempo o generan una descompensación muy importante, puede ser necesario articular un tratamiento psicológico.
Los criterios a partir de los que se establece la naturaleza patológica de un proceso de duelo no están todavía suficientemente consolidados, por lo que a menudo tal consideración depende de la experiencia subjetiva del paciente.
¿Qué tipos de duelo existen?
El tratamiento del duelo que realizaremos, dependerá en gran medida del tipo de duelo por el que estés pasando, ya que existen distintos tipos:
- Duelo normal: El duelo normal es el proceso de adaptación emocional que se experimenta tras la pérdida de un ser querido. Es un proceso natural y complejo que puede durar meses o incluso años. Cada persona lo experimenta de forma diferente, y no hay un tiempo determinado para su duración.
- Duelo patológico: El duelo patológico es un proceso de adaptación emocional que se prolonga o se desvía de la forma habitual. Puede durar más tiempo del que se considera normal, o puede manifestarse de forma anormal, como por ejemplo con síntomas de ansiedad, depresión o psicosis.
- Duelo bloqueado: El duelo bloqueado es un tipo de duelo en el que la persona niega la pérdida. Esto se manifiesta en un bloqueo mental, emocional y conductual que afecta a su funcionamiento diario. En algunos casos, puede manifestarse a través de síntomas físicos.
- Duelo anticipado: Se trata de un tipo de duelo que se inicia antes de la muerte de una persona, cuando se sabe que la muerte es inminente. En este caso, los síntomas suelen ser menos intensos en el momento de la muerte, pero pueden ser más intensos durante el período de anticipación.
- Autoduelo: Es un tipo de duelo que experimenta la persona que va a fallecer. El autoduelo se caracteriza por una serie de fases emocionales y mentales que ayudan a la persona a prepararse para la muerte.
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¿Cuánto dura el duelo?
El duelo es un proceso natural y complejo que puede durar meses o incluso años. No hay un tiempo determinado para su duración, ya que cada persona lo experimenta de forma diferente.
En general, se considera que el duelo tiene una duración de entre 6 meses y 2 años. Sin embargo, hay personas que pueden tardar más tiempo en superar la pérdida de un ser querido.
Hay factores que pueden influir en la duración del duelo, como la relación que tenía la persona con el ser querido fallecido, la edad de la persona, la forma en que se produjo la muerte, y el apoyo social que recibe la persona.
Las fases del duelo
La elaboración del duelo tras una muerte supone pasar por un proceso emocional complejo, que se caracteriza por la aparición de diferentes emociones dolorosas. Estas emociones se suelen agrupar en cinco etapas o fases, pero no siempre se presentan de forma ordenada y pueden aparecer mezcladas unas con otras.
Para que puedas conocerlas, te contamos cómo podemos sentirnos cuando pasamos por cada una de esas etapas:
Fase 1: Negación
- La persona no puede aceptar la pérdida.
- Se niega a creer que la persona haya fallecido.
- Puede tener pensamientos delirantes o alucinaciones.
Estado durante la fase de negación
La persona se encuentra en estado de shock, sin poder creer la realidad de la pérdida. Todavía no ha podido asimilar la pérdida y sus implicaciones. Puede que la persona intente negar la pérdida, comportándose como si nada hubiera pasado.
Tratamiento en la fase de negación
El psicólogo ofrece un espacio seguro donde la persona puede expresar sus emociones. Le ayuda a comprender la realidad de la pérdida.
Fase 2: Ira
- La persona se siente enfadada, frustrada o rabiosa.
- Puede dirigir su ira hacia la persona fallecida, hacia sí mismo, hacia los demás o hacia la vida en general.
Estado durante la fase de ira
La persona empieza a aceptar la realidad de la pérdida. Siente frustración e impotencia, y puede buscar a alguien a quien culpar de la pérdida. En esta fase, la persona puede sentir culpa o remordimiento, lo que dificulta el proceso de despedida.
Tratamiento en la fase de ira
El psicólogo ayuda a la persona a expresar su ira de forma saludable. Trabaja para identificar las causas de su ira.
Fase 3: Negociación
- La persona intenta llegar a un acuerdo con la muerte.
- Puede hacer promesas a la persona fallecida, o intentar cambiar la situación de alguna manera.
Estado durante la fase de negociación
La persona intenta negociar con la realidad de la muerte, buscando una manera de evitarla. Puede intentar cambiar su comportamiento o sus creencias, con la esperanza de que esto cambie la realidad. La persona puede intentar encontrar una manera de volver atrás en el tiempo y evitar la muerte.
Tratamiento en la fase de negociación
El psicólogo ayuda a la persona a aceptar la realidad de la muerte. Trabaja para elaborar un plan para el futuro.
Fase 4: Depresión
- La persona se siente triste, desanimada o vacía.
- Puede tener problemas para dormir, comer o concentrarse.
Estado durante la fase de depresión
La persona empieza a experimentar el dolor emocional de la pérdida, que puede ser intenso y fluctuante. Empieza a asimilar las implicaciones de la pérdida. La persona puede sentir pena, tristeza, nostalgia, soledad, desinterés por las actividades que antes disfrutaba, etc.
Tratamiento en la fase de depresión
El psicólogo ofrece apoyo emocional a la persona. Le ayuda a desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables.
Fase 5: Aceptación
- La persona acepta la pérdida.
- Puede seguir sintiendo tristeza, pero ya no es una emoción que domine su vida.
Estado durante la fase de aceptación
La persona empieza a adaptarse a la nueva realidad, asumiendo la pérdida como parte de su vida. No olvida a la persona fallecida, pero aprende a vivir con la pérdida. La persona acepta la muerte como una parte natural de la vida.
Tratamiento en la fase de aceptación
El psicólogo ayuda a la persona a encontrar un nuevo equilibrio en su vida.
¿Cuándo un duelo es normal y cuando necesita tratamiento?
Cualquier duelo significa sufrimiento dolor y una serie de síntomas que podríamos considerar «normales». Cuando estos síntomas se agravan y se alargan en el tiempo, o cuando aparen otros distintos, es cuando es necesario acudir al psicólogo y empezar una terapia para el duelo.
A continuación vamos a ver cuales serían los síntomas de un duelo que se está llevando con normalidad, y cuales nos avisan de que necesitamos tratamiento.
Etapas y síntomas normales del duelo
- Etapa de shock y aturdimiento: La persona se siente como si estuviera en un sueño, o como si la noticia no fuera real.
- Etapa de dolor y aflicción: Sentimientos de mucha tristeza, pena y nostalgia por la pérdida. También se puede sentir ira, culpa o frustración.
- Etapa de desesperación: Baja la intensidad del dolor y aparece la apatía y también la desesperación. Se prefiere no pensar a largo plazo y la persona puede tender a aislarse.
- Etapa de reorganización y recuperación: La persona empieza a aceptar la pérdida y a encontrar nuevas formas de vivir sin la persona fallecida.
Síntomas que indican la necesidad de tratamiento psicológico
- Dificultades para hablar de la muerte de su ser querido.
- Pérdida de interés por las cosas que antes le gustaban.
- Pensamientos de matarse.
- Facilidad de enfadarse por todo
- Tratar de seguir con su vida como si nada hubiera pasado.
- Incapacidad de deshacerse de las cosas que le pertenecían a su ser querido.
- Constantes sueños, recuerdos, imágenes mentales que le atormentan.
- Miedo irracional a morir.
Si vives en Barcelona, puedes venir a mi consulta para que yo misma evalúe tu caso.
¿Cómo se trabaja el duelo durante la terapia?
En primer lugar, evalúo cómo está afectando el duelo a tu vida y qué lo ha causado. En segundo lugar, seguiremos un plan de tratamiento para ayudarte a superar los síntomas del duelo lo antes posible.
Gracias a la experiencia en tratar el duelo no resuelto o duelo patológico, sabemos que técnicas basadas en la evidencia científica como la terapia cognitivo conductual (TCC) son las que dan mejores resultados.
Trabajaré contigo para ayudarte a identificar y aprender a manejar todo lo que esté causando tus síntomas y malestar. En pocas sesiones ya entenderás cómo tus pensamientos y creencias están contribuyendo a tus síntomas y aprenderás a cambiar estos patrones de pensamiento para reducir la intensidad de tus emociones y reacciones físicas. También aprenderás a enfrentarte gradualmente a las situaciones que te hacen sentir inseguro/a o asustado/a.
Una de las partes importantes del tratamiento en el duelo es ayudarte a realizar las tareas del duelo.
Tareas psicológicas para superar el duelo
Aceptación de la pérdida
Cuando se produce una pérdida, es habitual que la persona entre inmediatamente en un estado de shock. El shock es una experiencia disociativa cuyo propósito es defender a la persona de las consecuencias aversivas asociadas a cualquier hecho de naturaleza traumática.
El shock constituye un ejemplo claro de negación de la experiencia. Es habitual que en los primeros momentos la persona sea incapaz de reconocer que la muerte ha tenido lugar, llegando a comportarse como si ésta en realidad no se hubiera producido. De este modo, algunas personas continúan esperando durante cierto tiempo que el ser querido fallecido se ponga en contacto con la familia o que vuelva a casa para ocuparse de aquellas tareas que en vida le correspondieron. Algunas muertes (como aquellas que ocurren en algún lugar distante respecto a los supervivientes, o que son inesperadas y súbitas) son más difíciles de aceptar en un primer momento.
Es importante subrayar que toda muerte está acompañada, en un primer momento, de cierta sensación de irrealidad. Esto se debe a que el fallecimiento constituye una fractura severa de creencias firmemente consolidadas sobre una vida perenne, cuyo fin no suele atisbarse en lo cotidiano como una posibilidad real. Así pues, la experiencia no encaja con facilidad en la dinámica habitual del pensamiento, y por tanto se mantiene alejada de la corriente natural de éste, hasta que la persona es capaz de integrar el hecho y empezar a experimentar las emociones asociadas (lo que puede suponer una seria confrontación con los valores y los objetivos vitales).
No existe emoción sin enfrentamiento de la experiencia, por lo que no resulta difícil explicar por qué ciertas personas parecen especialmente enteras justo poco después de la muerte, para pasar a desmoronarse afectivamente en las semanas/meses sucesivos.
Determinados actos rituales que se llevan a cabo en nuestra sociedad pueden facilitar la integración de la pérdida. Los funerales (por citar un ejemplo evidente) suponen la despedida socialmente pautada del difunto y el espacio en el que se reúnen los seres queridos del mismo para compartir su experiencia. Tener la oportunidad de ver el cuerpo del difunto y compartir quizá unas últimas palabras puede proporcionar alivio a muchas personas en esta fase del duelo (y resolver, paralelamente, la dificultad para aceptar la experiencia de pérdida).
También supone un contexto en el que hay cabida para la expresión de las emociones asociadas a la pérdida (expresión que, ciertamente, con el paso del tiempo puede llegar a inhibirse en el caso de que otros supervivientes no toleren la emergencia emocional que lleva implícita). Parece que una ventaja de acudir al funeral es la facilitación del proceso de aceptación, y ésta podría ser quizá la meta con la que fueron originalmente ideados en tiempos remotos.
Empezar a hablar en pasado sobre la persona fallecida es una señal importante de haber asumido la pérdida. Como elemento terapéutico relevante, es importante que quien esté acompañando a una persona en las primeras fases del duelo se comunique con ella de un modo asertivo (con sensibilidad, respeto y aceptación incondicional), tratando de comunicar abiertamente la realidad del deceso. Quien lleve a cabo esta tarea, debe ser capaz de asumir reacciones difíciles en el superviviente, lo que no constituye una labor sencilla.
Sólo con la aceptación del hecho, puede tener inicio la gestión de la experiencia emocional. Este paso (la gestión) es quizá la tarea de duelo más cargada de connotaciones afectivas, y también la que puede generar mayores dificultades. A continuación abordamos esta fase y sus características principales.
Gestión de la experiencia emocional
Una vez asumida la realidad de la pérdida, el superviviente debe afrontar las emociones que se asocian a ella. Es frecuente que en estos momentos, la intensa emergencia de síntomas de tristeza o culpa propicie que los equipos sanitarios administren tratamiento farmacológico para proporcionar alivio, aunque esto no siempre es necesario y en todo caso va a requerir una precisa evaluación clínica.
Las emociones que acompañan al duelo son intensas, pero se consideran parte natural de un proceso a través del cual la persona ha de esforzarse por vivir una vida en la que el ser amado ya no está (tanto físicamente como simbólicamente). Así, aparecen emociones de tristeza e incapacidad para experimentar placer (anhedonia), culpa (tanto hacia la persona fallecida como hacia el superviviente o hacia Dios), miedo (especialmente en niños que han perdido a sus padres y experimentan sensación de desamparo), inseguridad (para asumir el rol que ocupaba antes la persona fallecida), etc.
También hay casos en los que el superviviente refiere un enorme malestar debido a que, con la muerte del ser querido, está experimentando emociones que considera inadecuadas. Es el caso de aquellas personas que dicen sentir alivio una vez producida la defunción. Suele ocurrir en aquellos casos en los que la muerte ha estado precedida por una enfermedad larga y dolorosa.
Además, la patología crónica/grave facilita en quienes acompañan al enfermo una anticipación del duelo, por lo que las emociones pueden ser menos intensas de lo que algunas personas del entorno consideran adecuadas. Así pues, puede suceder que las críticas de los demás (o bien la propia revisión de los sentimientos atenuados) hagan propicia la aparición de la culpa.
Existen también procesos de duelo que la persona se ve obligada a superar en silencio. Se trata de esos casos en los que se produce una muerte de la que no se “debería” hablar, por generar polémica o vergüenza en el seno familiar. Son ejemplos de este tipo de muerte los suicidios (que a menudo conducen a un duelo patológico), los abortos o la pérdida de un amante al margen de las relaciones matrimoniales (relación prohibida). Estas pérdidas pueden requerir una intervención especializada, para que la persona encuentre el contexto adecuado en el que ventilar su experiencia emocional.
Algunas estrategias efectivas para aliviar las emociones asociadas al duelo son la escritura emocional (redacción de una carta dirigida al difunto en el que se expresan los sentimientos), o facilitar la comunicación simbólica con el fallecido a través de la técnica de la silla vacía (colocar dos sillas, una frente a la otra, que la persona habrá de utilizar alternativamente para representar los papeles de sí mismo y de su ser amado en una conversación donde se traten asuntos personalmente relevantes).
En todo caso, propiciar la creación de un ambiente en el que se pueda hablar con seguridad sobre el fallecido es muy importante. Quien se comunique con una persona en este momento de su proceso de duelo debe mantener un tacto extremo, y saber tolerar las experiencias emocionales difíciles en los demás.
La confrontación de las emociones, y su progresiva aceptación conduce al superviviente a la asunción de nuevos retos. Entre ellos, muy especialmente, al de realizar cambios (si fuera necesario) dirigidos a atender las responsabilidades que correspondían a la persona fallecida (financieras, familiares, etc.). A ello dedicaremos las próximas líneas.
Adaptación a la vida cotidiana
Con la pérdida del ser querido, muchas de las funciones que éste cubría quedan inacabadas o no hay otra persona en la red social que cuente con las habilidades necesarias para realizarlas. Esto puede conllevar multitud de desajustes familiares (económicos, interpersonales o de otra índole), especialmente cuando durante la fase de mayor intensidad emocional tuvo lugar una dejación de funciones (en el caso de personas con cargas familiares importantes).
Algunas personas también sienten estar comportándose como intrusos o faltando al respeto al familiar fallecido cuando se ocupan de las tareas que le correspondían durante su vida.
Cuando la persona fallecida asumía un rol central en el funcionamiento de la familia, su muerte puede generar una fuerte desestructuración de los cimientos interpersonales que mantienen al grupo unido. Así, es frecuente que en estos casos aparezcan conflictos familiares serios debido a la ausencia de una pieza clave en la mediación de los problemas relacionales. Estos hechos suponen un factor estresante añadido al dolor de la propia muerte, y en ciertos casos puede generar regresiones a fases anteriores en el proceso de duelo (emergencia de emociones intensas).
Es necesario recordar que el dolor emocional puede avivar viejas heridas, despertando conflictos del pasado o haciéndonos revivir experiencias dolorosas que ya creíamos superadas. Es lo que ocurre en el caso de un duelo que, por su intensidad, nos hace recordar otros duelos que ocurrieron muchos años atrás. También la experiencia de duelos múltiples (los que ocurren de forma sucesiva en un periodo relativamente breve de tiempo) puede propiciar la re-experimentación de viejas situaciones de este tipo.
En todo caso, más allá de los correlatos emocionales que concurran en este momento del proceso de duelo, el aprendizaje de nuevas funciones supone una considerable oportunidad de desarrollo personal. Es cierto, también, que en determinadas circunstancias la asunción de nuevos roles/actividades puede generar una notable sobrecarga de trabajo (lo que conduzca inevitablemente a síntomas propios del burnout).
Así, puede ser necesario ayudar al super-viviente a organizar el volumen de trabajo resultante en el seno familiar para evitar conflictos innecesarios. Ayudar a la persona a desarrollar una comunicación asertiva con los demás, a reforzar sus habilidades sociales o a aprender nuevos roles también pueden ser estrategias terapéuticas adecuadas para quienes acompañan a alguien en este momento del proceso de duelo.
La gestión de la experiencia emocional y el aprendizaje de nuevos roles suponen, por tanto, un paso ineludible para la elaboración del duelo. Seguidamente exponemos la última de las tareas señaladas por el modelo de Worden.
Integración del fallecido en la vida del superviviente
Aunque la muerte trae consigo un dolor inherente, la elaboración de la pérdida puede generar un importante crecimiento personal. Podría decirse que el fin último de la experiencia de duelo es, en realidad, ser capaz de recordar a la persona fallecida sin experimentar un dolor insuperable o sin que emerjan emociones difíciles e invalidantes.
Es esencial para toda persona que pierde a un ser querido llegar a integrar las vivencias con él en un recuerdo alegre y vital, asociado a las emociones positivas que se derivan de haber compartido muchas experiencias comunes. Se trata de dotar de sentido a la existencia de la persona fallecida y encontrar para ella un lugar permanente a lo largo del transcurso de la propia vida, de forma que el dolor deje paso al desarrollo de emociones positivas (así como la posibilidad de continuar con los proyectos existenciales que hubieran podido verse alterados durante la resolución del duelo).
La resolución del duelo supone la aceptación definitiva de la pérdida, pero ello no es óbice para que determinadas situaciones (aniversarios de la pérdida u otras fechas significativas) puedan provocar cierta melancolía o nostalgia. Es éste un fenómeno habitual y totalmente saludable, que puede persistir mucho tiempo después del fallecimiento y que no constituye por sí mismo un motivo de atención clínica.
Rodearse de personas por las que se siente aprecio y que preferiblemente conocieran a la persona ausente, con el objetivo de compartir espacios en los que hablar sobre ella, puede dar el apoyo necesario para superar con éxito estas pequeñas crisis.
CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES DEL DUELO
Cada duelo es diferente. Podría decirse que es absurdo hablar de experiencias comunes en el duelo, puesto que éstas van a depender estrechamente de las características de la persona que lo sufre.
Aún así, cabe mencionar que determinadas circunstancias pueden dificultar notablemente la experiencia de duelo (suicidio, niños pequeños, viudedad, pérdida del vínculo con una persona con la que se mantenía una relación prohibida socialmente, problemática o ambivalente, etc.).
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