Cómo ser optimista

Cómo convertirte en una persona optimista

¿Tienes ilusión por tu futuro? ¿Te imaginas dentro de 5 años y piensas ¡Guau, así estaré!? Si tu respuesta es sí, enhorabuena, estás en el grupo de los optimistas. Tu vida será mejor y más larga.

En un estudio que hicieron en la Universidad de Michigan descubrieron que las personas optimistas tenían mejor salud que los pesimistas. Vieron que los optimistas tenían menos posibilidades de sufrir un derrame cerebral, disfrutaban de un mejor sistema inmunológico y tenían un corazón más fuerte. ¡Ahí es nada!

Aunque solo sea por tu salud, creo que merece la pena que aprendas a pensar como un optimista. 

¿Cómo me puedo convertir en un optimista?

El optimismo no es algo con lo que se nace o no se nace. Ni las personas son optimistas porque si, ni lo son para siempre. El optimismo es una actitud, una forma de pensar que se aprende en la infancia y se va modificando a lo largo de la vida.

El optimismo es un filtro. Es una forma de interpretar la vida. Es como ponerse unas gafas que te dejan ver las cosas de una determinada manera.

No se trata de ver falsos espejismos. Tampoco se trata de ser más inocente. Sencillamente, se trata de interpretar las cosas de la mejor manera. Los optimistas ven oportunidades donde otros ven dificultades.

Por eso, hoy te quiero explicar cómo piensa un optimista. Cómo ve las cosas y por qué siempre consigue sacarle provecho a las situaciones con las que se encuentra en su vida. Si lo entiendes podrás aplicarlo a tu vida. Si lo puedes aplicar a tu vida estarás más cerca de ser un verdadero optimista. ¿Te lo cuento?

¿Qué supone ser optimista?

Según el mayor exponente y, pionero de la psicología positiva, el psicólogo Martin Seligman: «las personas optimistas tienden a ser más esperanzadas y perseverantes, tener mejor autoestima y generar acciones más exitosas, mantienen más alertas sus defensas inmunológicas, se muestran más activas frente a las dificultades, toman más decisiones y adoptan mayor cantidad de medidas para crearse una red de apoyo afectivo y social. Las personas pesimistas tienden a ser más desesperanzadas, tienen autoestima más baja y se dan por vencidas más fácilmente frente a la adversidad, se deprimen con más facilidad y más a menudo, cuentan con una menor actividad inmunológica».

Persona optimista

Cómo ve un problema un optimista

La clave está en entender cómo interpreta un problema un optimista. Y es que ante cualquier obstáculo, dificultad o cambio de planes inesperado el “cómo” interpretas lo que está pasando es lo que marca lo que vas a hacer después. Y lo que vas a hacer es lo que te va a llevar a un tipo de vida o a otra.

Un optimista interpreta sus problemas con tres filtros: los problemas son temporales, controlables y situacionales. Te lo explico:

1. Los problemas son situaciones temporales

Sea cómo sea el problema con el que se encuentra un optimista, él siempre va a plantearlo como algo pasajero. Este es el planteamiento básico. “Ahora ha pasado esto pero no siempre va a ser o voy a estar así

Un optimista evita frases del tipo: “nunca voy a conseguir deshacerme de…”, “toda la vida voy a tener que sufrir esto…”, “nunca podré superar…”, etc.

Se trata de pensar que, aunque hoy y ahora tengas esta dificultad, las cosas no duran eternamente y seguramente dentro de unos días las cosas las verás de otra manera, sucederán otras cosas que cambiarán la situación, acudirá alguien a ayudarte o sencillamente con el paso del tiempo lo que hoy te parece importante ya no lo será tanto.

Ver las cosas de esta manera te permite seguir haciendo planes. “Aunque hoy me encuentre triste porque no he logrado aprobar un examen importante, esto no quiere decir que tenga que dejar de intentarlo porque en el futuro me puede ir mejor

Y seguir haciendo planes es la clave para lograr resultados positivos. Si pensamos que nunca lo vamos a conseguir lo más fácil es que nos desanimemos y no lo intentemos más o no con la misma fuerza. Así aumentamos las posibilidades de hacer cierto lo que habíamos pensado “nunca lo conseguiré”.

Al final hacemos realidad nuestros presagios, con lo que mejor piensa que te va a ir bien, ¿no te parece?

2. Las dificultades con controlables

¡Un optimista nunca echa balones fuera! Las cosas suceden porque nos esforzamos, no hay truco. Está en ti conseguir que algo cambie. Alcanzar éste o aquel objetivo que deseas sólo depende de ti. Y esto es algo que un optimista nunca olvida.

Por eso cuando algo sale mal, sabe que solo depende de él darle la vuelta. “De acuerdo, suspendí este examen, para la próxima estudiaré más y lo aprobaré”, “La relación con mi jefe es insportable, tengo que ver como consigo entenderme con él”.

Los pesimistas lo hacen justo al revés. Todo es culpa de algo que no está en sus manos controlar. “Es imposible encontrar un empleo con este gobierno que tenemos”, “con estos compañeros que me han tocado cómo pueden esperar que yo saque adelante mi trabajo”, “yo podría ser muy feliz en esta casa, pero con estos vecinos es imposible”, etc.

No digo que los vecinos ruidosos, los compañeros de trabajo vagos, o un gobierno poco competente no influyan en nuestra vida, ¡por supuesto! Lo que digo es que poner en ellos la causa de tus desgracias no te va a dar ideas para resolver tus problemas.

3. Los problemas son situacionales

Un optimista sabe que un problema en su trabajo no tiene por qué suceder en otra empresa, ni en otro departamento ni mucho menos en otras áreas de su vida. Tener un mal compañero en tu trabajo sólo significa que te ha tocado trabajar con “Pepe” que es un mal compañero. No significa que “es imposible trabajar en esta vida porque siempre te tocan compañeros que se escaquean”.

Los pesimistas tienen la mala costumbre de contagiarlo todo. Si me equivoqué comprando esta casa, siempre me equivocaré comprando casas. Si un amigo me hace una jugarreta, no se puede confiar en los amigos. Si perdí dinero una vez con un negocio, los negocios no son para mí. ¿Ves la trampa?

Cómo puede cambiar tu vida pensar cómo un optimista

Plantearse que las cosas son así aquí y ahora y que sólo lo que tú hagas es lo que va a hacer que mañana sean de otra manera sólo tiene consecuencias positivas.

Si piensas como un optimista tus acciones serán más proactivas, con más iniciativa y mucho más persistentes. Sencillamente, sabes que depende de ti que todo cambie. ¿No merece la pena el esfuerzo?

Además, estarás más preparado para el fracaso y para resolver los problemas. Aunque le pongas mucho esfuerzo, si ves las cosas como algo temporal y no lo contagias a otras cosas que te pueden suceder en el futuro, lo afrontarás como una enseñanza para hoy no como un presagio para el futuro.

A un optimista y a un pesimista le pasan las mismas cosas, no lo olvides. Sólo se diferencian en cómo lo interpretan y qué hacen con ello. Por eso las personas optimistas viven mejor, consiguen más cosas y le hacen la vida más fácil a la gente. ¿No te apetece?

Ahora solo está en tu mano darle la vuelta a tus gafas de interpretar las cosas y empezar a pensar como un optimista. Ya no vale echar balones fuera. Piensa en tu última preocupación, problema o fracaso y hazte las tres preguntas clave:

  1. ¿Esto me va a suceder siempre así o puede cambiar el en futuro?
  2. ¿De quién depende?
  3. ¿Esto que me ha sucedido en … (los estudios, los amigos, el trabajo, la familia…) me va a suceder también en/con otros … (estudios, amigos, trabajo, familiares…)?

¿Lo vas a poner en práctica? ¿Te has sentido identificado con algo? Me encantaría que lo compartieras conmigo en los comentarios. Y si te ha gustado no dudes en compartirlo, ¡a ver si contagiamos algo de optimismo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *