Disonancia cognitiva fumadores

La disonancia cognitiva del fumador

“Fumar perjudica seriamente la salud””el cinturón de seguridad salva vidas”… “se debe de cuidar la alimentación y hacer algo de actividad física diariamente”…  Todos están de acuerdo en dichas afirmaciones y sin embargo, aún hay muchos que fuman, que no se ponen el cinturón sobre todo para trayectos cortos o que comen a su libre albedrío llevando una vida sedentaria. 

Con toda seguridad, muchas de estas personas han sentido un estado de malestar psicológico y de tensión al darse cuenta de la disonancia entre sus cogniciones. Expongamos como ejemplo el de la persona que sabe que el tabaco perjudica seriamente la salud pero no puede dejarlo lo que origina un estado de disonancia entre la cognición de “quiero estar sano” y la de “fumar perjudica mi salud”.  

¿Se puede resolver dicha contradicción? Y concretamente, ¿Cómo la resuelven los fumadores? Pues gracias a que ese malestar psicológico que experimentan, comparable a la sed o al hambre, tiene un componente de activación fisiológica de ansiedad que genera un estado de tensión desagradable provocando que la persona trate de reducirlo.

Y es precisamente la motivación para eliminar dicho malestar lo que da lugar al cambio de actitud.* Queda evidenciado, que la motivación para reducir la disonancia dependerá del grado en que ésta se manifiesta, a mayor experiencia de inquietud psicológica mayor será el interés por restablecer el equilibrio psicológico. 

*Entendiendo por actitud la evaluación general, positiva o negativa de personas, objetos o asuntos, que está basada en creencias, sentimientos y tendencias hacia la acción.

¿Cómo puede reducir esta disonancia cognitiva un fumador?

Existen cuatro alternativas (Festinger, 1957) de las que dispone el fumador, o cualquier persona en disonancia cognitiva, para reducir el malestar:

  • Cambiar uno de los elementos de manera que sean más coherentes entre sí. Puede retractarse de la conducta eligiendo la otra alternativa (“dejar de fumar”) o también puede modificar sus creencias o actitudes (“fumar no es tan malo”).
  • Cambiar la importancia de los elementos, de forma que se considere que son más importantes aquellas creencias que apoyan la conducta elegida. (“fumar me gusta y es un placer para mí, de que sirve vivir mucho si no se puede disfrutar de la vida” -> “disfrutar de la vida” Vs. “estar sano”). 
  • Añadir nuevos elementos consonantes con la conducta.  (“éste deportista fuma y es el mejor en su especialidad”“éste intelectual fuma y si lo hace él, no deberá de ser tan perjudicial”“detrás de la prohibición de fumar sólo se esconden intereses políticos y económicos”). 
  • Reducir la inquietud a través de la ingesta de tranquilizantes como medicamentos o alcohol, actuando de esta forma sobre los aspectos fisiológicos inherentes a la disonancia. 

 El que nos decidamos por alguna de las cuatro alternativas mencionadas depende de cuál es las más fácil y factible.  Cuando hay disonancia entre actitudes y conducta,  y al contrario de lo que se piensa, rara vez se cambia el elemento conductual.

Es decir, no siempre nuestra actitud determina nuestra conducta, la relación también puede ir en sentido contrario y esto es precisamente lo que sucede cuando hay disonancia entre actitudes y conducta; el elemento a modificar es el actitudinal. De esta manera, el cambio actitudinal será probable cuando:

  • La conducta disonante es ya inevitable, pues ya ha tenido lugar. 
  • La conducta consonante es muy difícil de llevar a cabo.
  • La conducta disonante es muy satisfactoria a excepción por la disonancia que produce.
  • La conducta consonante produce muchos costes.

El objetivo final irá encaminado a modificar nuestras creencias de tal manera que se dé más valor a la opción elegida a la vez que restamos valor a la alternativa no seleccionada. 

Una condición necesaria para que este efecto tenga lugar es que la persona debe  tener la percepción de libertad de elección al realizar la conducta, es decir, que si la persona se ve obligada externamente a actuar en contra de su voluntad no se producirá la tensión psicológica. Perosiempre hay un pero, el convencernos de que nos obligaron a actuar en contra de nuestra voluntad puede volverse en nuestra contra y ser empleado como un mecanismo de auto-justificación para reducir la incomodidad.

¿Es malo intentar reducir la disonancia cognitiva? ¿Me estoy auto-engañando?

Tal vez llegados a este punto del artículo os habréis planteado estas preguntas u algunas de índole parecidas. Pues bien, utilizar la disonancia cognitiva no tiene nada de malo ya que es un mecanismo que utilizamos las personas para mantener nuestro bienestar psicológico además de que al reducir esa tensión psicológica estamos contribuyendo al fortalecimiento de nuestra autoestima. 

Lo interesante aquí es que intentemos ser conscientes de cuándo estamos utilizando dicho mecanismo para así evitar caer en el auto-engaño, en la crítica o incluso en la mentira.  En ocasiones a través de nuestro discurso interior nos contamos cosas que no son tan verdad ni con las que estamos tan de acuerdo, pero que las usamos en momentos puntuales para sentirnos mejor. 

El ser conocedor de este mecanismo de protección tal vez os permita ahora ser más “empáticos” con el otro o construir una explicación diferente al por qué  de ese cambio de opinión que ha mostrado tu mejor amigo desde hace poco tiempo o el cómo es posible que alguien actúe de manera incongruente con lo que dice, tal vez solo este tratando de reducir su propia disonancia cognitiva.  

Si bien es cierto, y como ya he mencionado, que la disonancia cognitiva protege a nuestra autoestima, no menos cierto es que tiene el hándicap de que con frecuencia nos lleva a ser poco racionales y intentar justificar conductas en un principio “injustificables”. 

Ahora que ya habéis profundizado un poco más en la Teoría de la Disonancia Cognitiva bastará con que prestéis un poco más de atención a algunas situaciones en las que seréis testigos o incluso protagonistas, de cómo queda de manifiesto el empeño de la persona en justificar y racionalizar cualquier conducta realizada en contra de sus actitudes y creencias.  

La Teoría de la Disonancia de Leon Festinger

La Teoría de la Disonancia fue propuesta por el psicólogo social estadounidense Leon Festinger (1957/1975) y ha sido una de la más conocidas y difundidas de la Psicología Social, tanto por la abundante investigación a la que ha dado lugar como  por las controversias y reformulaciones que ha originado entre los expertos.  Para una información más actualizada y ampliada pueden consultar el siguiente artículo titulado “The Advances in the History of Cognitive Dissonance Theory” de Irem Metin.

Por último os dejo un vídeo muy completo sobre la Disonancia Cognitiva en la que hablan de la teoría de Leon Festinger y explican su aplicación práctica a los resultados obtenidos en  varios experimentos mundialmente conocidos y que forman parte de la historia de la Psicología Social.

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